Mensaje de Bienvenida

domingo, 19 de junio de 2016

¿Cómo no te voy a querer?

¿Cómo no te voy a querer? Si siempre sabes leerme, si eres capaz de descifrar cada una de mis miradas, si siempre sabes cómo y cuánto tiempo abrazarme. Si cada vez que te me acercas, demasiado, tanto, tanto que puedo notar la pared a mi espalda, siempre me das la ración justa para dejarme con más ganas.

¿Cómo no te voy a querer? Si cada vez que te miro, encuentro las respuestas a mis mudas preguntas.

¿Cómo no te voy a querer? Si entre tu espalda y mi pared, se ha convertido en mi postura favorita ante la vida.
 
¿Cómo no te voy a querer? Si contigo, el dolor físico se disipa un poco.

¿Cómo no te voy a querer? Si tienes esa sonrisa que quiero que tengan mis hijos.

¿Cómo no te voy a querer? Si eres mi castillo y mi refugio.

¿Cómo no te voy a querer? Si logras que pierda el control y también mi sentido. (Y eso es algo complicado para una persona, que siempre lo tiene todo planificado y controlado).

¿Cómo no te voy a querer? Si hay personas con las que merece la pena complicarse la vida, y tú eres todo lo que quiero en la mía.

 

martes, 13 de enero de 2015

No es la caricia, es quien te toca...




El tacto de su mano sobre su pierna al principio le producía cosquillas. Ahora, sin embargo, se sentía protegida y lo que es más, que el mundo ya podía seguir dando vueltas, que ella sentía que  el rompecabezas de su vida había ido girando sus piezas a una velocidad vertiginosa y que por fin, todo estaba bien, después de tanto tiempo.
Sonrió  y se abrazó a su silueta mientras  daba gracias al cielo por tenerle cerca. 

domingo, 20 de julio de 2014

Cosas de dos.

NOTA: Echaba de menos escribir aquí. Y dado que aún quiero seguir utilizando este blog donde tanto he compartido con vosotros,(espero que mucho más a menudo que hasta ahora), he hecho un cambio en el diseño del blog como en la cabecera. Como bien dicen  hay que renovarse o morir. ¿Os gusta?
 
 
Todavía me sorprendo buscándote entre la multitud, todavía miro nuestro rincón favorito, con la secreta esperanza de encontrarte ahí. Ese lugar que en silencio ha sido testigo de reencuentros y desencuentros, de lágrimas contenidas, de abrazos piel contra piel y de felicidad.Irónico pensar que yo por aquel entonces, era sumamente feliz, y no lo sabía. Ojalá pudiese decir a mi yo de aquel entonces, que disfrutase de esos momentos contigo, que se dejase de "peleas tontas" porque nada era tan importante como para dejarte de hablar.
 
Supongo que eso es el amor, mirar a aquel lugar, con la esperanza de encontrarte ahí, aunque en el fondo sea plenamente consciente de que no vas a estar. Quiero creer que tú también al pasar por ahí, te asalta la duda de lo que fuimos y al final dejamos de ser, quiero creer que sigues guardando abrazos en "stock" para mí.
 
 
 
¿Sabes? Echo de menos los mensajes y las llamadas a escondidas, escaparme de clase para hablar contigo con más o menos motivos de importancia,  y es que a veces se trataban de meras excusas para verte sonreír al final del pasillo, lo reconozco. Echo de menos las llamadas de madrugada, y es que... ¿a quién quiero mentirle? Echo de menos demasiadas cosas. Esa clase de cosas que cuanto las tienes pasas por alto y se convierten en algo habitual, son las que al final te acaban marcando.
Mirar hacía ese hueco, tu sitio, es mirar al pasado, al igual que hay canciones que ya no escuchamos porque nos recuerdan a personas. Y a todos esos lugares, yo también dije que no iba a volver y volví. Todas esas canciones, yo también las he vuelto a escuchar, no una ni dos, infinidad de veces, e incluso cuando estoy sola, me sorprendo subiendo el volumen de la música y bailo a solas por mi habitación, con esos recuerdos asaltándome uno tras otro, como en una bonita película.
 
 Por eso la vida es vida, por eso sé, que el verdadero amor, sólo puede ser descubierto una sola vez.

domingo, 3 de marzo de 2013

El tiempo, mi mayor enemigo...

Una muda pregunta en este preciso instante se va abriendo paso por mi cabeza, al principio no le daba mucha importancia, tan sólo era un pequeño dilema, pero supongo que estas dos últimas semanas han bastado para cambiar esta pequeña concepción. Se ha convertido en una pequeña duda existencial, una pregunta a la cual no creo poder encontrar una respuesta, pero a pesar de eso, sigue ahí, insistente, martilleando mi mente en cuanto tiene oportunidad.
¿El tiempo cambia a las personas, o son, sin embargo las personas las que, gracias al tiempo muestran cómo son realmente?
Llevaba tiempo tratando de evitar escribir estas líneas, pero supongo que tarde o temprano me tendría que enfrentar a ello, y creo que ha llegado el momento.
Recuerdo la primera vez que nos vimos, el frío de principios de enero arrasaba la ciudad, pero esto no bastó para borrar la sonrisa que se dibujaba en mis labios cada vez que me encontraba con algún conocido que me preguntaba cómo estaba. Apresuré el paso al distinguir su figura en la lejanía, y cuando me encontré a su altura un abrazo, y luego otro a su hermano, y justo ahí, abrazada a su cuello, fui vagamente consciente de que alguien nos miraba, alcé la vista y me encontré con la tuya.
Creo que siempre te molestó que habitualmente tuvieras que pedirme que te diera un beso, y a ellos no, puede que todo comenzara como un juego de niños, pero créeme cuando digo que me hubiera gustado tener un libro de instrucciones para hacer las cosas mejor.
En pocas semanas nos hicimos inseparables, me gustaba hablar contigo de cosas banales y sin importancia, esos piques futbolísticos que manteníamos, esos jueves por la tarde donde siempre me subías a clase, y esos “cielo” por los que sustituías mi nombre.
Y de improviso ocurrió, de un día a otro todo cambió, trataba de evitarte a toda costa, me preguntabas ¿qué me pasaba? y mi respuesta era siempre la misma:”Nada”, fruncía el ceño de manera involuntaria y miraba al frente, serena, entonces tú cogías mi mano entre las tuyas, pero no lograbas que soltara prenda alguna.
Evidentemente aquella rabia contenida no tardó en explotarnos a ambos en plena cara, tú, cobarde, no sabías cómo hacer frente a la situación y parece que necesitabas escuderos para tratar de explicarte. No creo que fuera por casualidad, tuviste que elegirle precisamente a él… ¿para qué? ¿Para hacerme más daño? Déjame decirte cielo que ya eres mayorcito para defenderte las espaldas tú solito, yo, por mi parte, demasiado dolida para explicarte qué me sucedía, te solté que no quería saber nada más de ti y sí, seré sincera, de vez en cuando me arrepiento, pero entonces recuerdo lo que hiciste y no tarda en irse ese sentimiento de culpabilidad que de vez en cuando, me embriaga.

Y no, a pesar de lo que pienses, no quería nada de ti, jamás me interesaste más allá de que fueras alguien en el que pudiera apoyarme, eres atractivo pero insoportablemente inmaduro a partes iguales, y eso es algo que he aprendido a medida que me he ido alejando de ti. Por cierto, no sé que me le has dicho, pero ya no me grita “preciosa” cuando voy caminando por el pasillo, me mira y guarda silencio. ¿De verdad necesitas jugar de esta manera tan sucia?

Si estás leyendo esto, R., quiero que sepas que te echo de menos a ti y a todas tus locuras, esas mismas que lograban alegrarme el día, y sea lo que sea lo que te han dicho, me duele que tan sólo eso, haya bastado para enterrar la amistad que teníamos.

Ojalá las personas viniéramos con una brújula bajo el brazo, pero que en lugar de marcar la dirección, marcará las personas a las que no debemos acercarnos.


sábado, 16 de junio de 2012

Una carta para ella

Nota: Muchas gracias de nuevo a toda la gente que dedica una pequeña parte de su tiempo a leer mi blog,sin vosotros todo esto no sería posible.Se nota que estoy en Bachillerato y no puedo escribir tanto como antes,menos mal que sólo queda una semana y ya acabo los exámenes :). Desearme mucha suerte. Os dejo con el siguiente artículo que escribí para el segundo número del periódico de mi colegio.Espero que os guste,por lo que veo en el colegio está teniendo mucho éxito.¿Qué opinaís vosotros? ^^. ----------------------------------------------------------------------------- Dicen que somos millones de personas en el mundo y que pese a eso, a veces sólo necesitas a una. Sé que me necesitas, de la misma forma que yo te necesito. ¡Qué estúpido! ¿No crees? Me diste lo más grande y aún así yo sigo dependiendo de ti. Al contrario de lo que se pueda creer, no fuiste lo primero que vieron mis ojos, tardé en conocerte, mucho más tiempo de lo que se pueda pensar, te imagino detrás del pequeño cristal, esperándome con los brazos abiertos, observándome atentamente mientras una veintena de batas blancas me vigilaban sin descanso, imagino el dolor y la angustia que tuviste que pasar al llegar a casa y ver que yo no estaba contigo. Sin embargo, quiero creer que me diste la fuerza necesaria para continuar, porque sí, no podía irme sin conocerte, sin cogerte un dedo y aferrarme a él con todas mis fuerzas, ” para aferrarme a la vida” diría la abuela. Apenas levantaba un palmo del suelo y ya me llevabas de aquí para allá, en busca de lo mejor para la enfermedad que me habían diagnosticado cuando ya me encontraba cerca del año, el mejor médico, el mejor fisioterapeuta… todo lo mejor para la pequeña de la casa y yo siempre os lo agradecía de la misma forma con una sonrisa e irradiando felicidad allá por dónde iba, algo que asombraba a todos los que me conocían. Siempre he podido contar contigo, me has enseñado todo lo que sé y todavía hoy eso se nota, has sido y serás siempre más que una amiga, porque yo al menos, te considero así. Ha habido tantas veces en que dudaba de mí misma…, pero tus palabras siempre estuvieron ahí para ayudar, no importa el motivo, siempre me tendías una mano y me recordabas que no tenía que tirar la toalla, que yo era más fuerte de lo que pensaba. No dejo de preguntarme ¿qué sería de mí? ¿Dónde estaría? Si tú nunca me hubieras enseñado a que la frase “No puedo” no está en mi vocabulario. Por eso me gustaría darte las GRACIAS, por todas esas cosas que has hecho y por las que no se pueden contar. Gracias por enseñarme el valor de un beso, pero no un beso cualquiera, no, un “beso de madre”, de esos que sólo tú sabes darme, por la cantidad de noches que de pequeña pasabas a mi lado en las que decías que no debía tener miedo, que era sólo una pesadilla, por la cantidad de tabletas de chocolate blanco que me comprabas cuando salía de fisioterapia, muerta de cansancio con la excusa de que tenía que recuperar fuerzas, por recorrerte el mundo en busca del mejor tratamiento y operación para mis piernas. Gracias por enseñarme el valor de un abrazo y también gracias por simplemente permitir que existiera. Sé que te gustaría que fuera menos frágil e inocente en algunos aspectos, y que a menudo ejerces de abogada del diablo haciendo algún que otro comentario para que reaccione, pero en lugar de cumplir el objetivo que tenías pensado al principio, provocas en mí un enfado prematuro que no suele durar mucho más que cinco minutos. En fin, lo dicho, muchas gracias por todo, a papá y a ti, por hacer de mí cada día una persona mejor y ponerme cada día nuevos retos, que aunque al principio, me moleste, sé que lo hacéis por mi bien. ¡FELIZ CUMPLEAÑOS MAMÁ!

viernes, 3 de febrero de 2012

Sonrisas de luna,abrazos que rozan el alma...


Nota: Os dejo el primer artículo que escribí para el periódico del colegio,bajo un apodo,claro,¿no parece que así crea más misterio?La vida sería más aburrida sin él ¿no? :),aunque varias personas con las que he hablado,dicen que se va a notar que yo soy la autora del artículo,la verdad yo no sé que pensar...Bueno os dejo que disfruteís del escrito.¡Qué tengaís buen finde!

Le observa de soslayo, esperando que no se dé cuenta, de vez en cuando, asiente con la cabeza, pese a que hace tiempo que ha desconectado y ya no le escucha lo que está diciendo. Se pierde en sus ojos. Le mira en lo imposible de algún beso que llevarse a la boca pero le mira.

Le mira y aprecia cada movimiento, parece calculado al milímetro y aún así, todos sus pasos tienen un deje despreocupado, casi chulesco.
Le mira por lo inadecuado de la situación, por lo incorrecto de querer abrazarse a esa cintura de bolero, por su condición de galán trasnochado. No se cansa de contemplarle, de querer sorprenderse a sí misma con tal de observar su mirada castaña y sonrisa de luna, esa misma que ahora, dibujan sus labios, y que poco a poco, se va haciendo más evidente y más amplia.

Pídele que no vuelva a sonreír así, como hacen las flores al abrirse a la primavera, o se estará jugando la vida al todo o nada desde este triste rincón.

Ella también le regala su sonrisa, mientras él fascinante apura el último cigarrillo. Porque jamás había visto a nadie que fumara de un modo tan maravillosamente bien estudiado, quería hacerle suyo. ¿Cómo iba a evitar quererle por el resto de sus días? Si era su calor y su carisma lo que le permitía tenerlo consigo misma. ¿Dónde estaban ahora todos sus problemas? Sí, esos que ni siquiera la dejaban conciliar el sueño. No están, se han ido, no hay siquiera tristeza en su mirada, tan sólo un brillo ilógico de muchacha enamorada.




Le gustaría pedirle que no se fuera, que se quedara, para siempre, aunque eso significara demasiado tiempo, pero que se quedara, que no se fuera. Y si, por desgracia, decidía irse, por favor que lo hiciera con delicadeza, que se alejara con la sutileza de palabras calibradas, pero que midiera la ración de cariño que ponía en cada una de ellas. Ojalá no intentase salir de su vida de esa forma tan desgarradora, porque ella se quedaría vagando por calles solitarias, no lo digo ya por ella, sino por él que sabría que ella no soportaría esperar el día en el cual se arrepintiera.

La joven traga saliva y le mira.

-¿Sabes? Si algún día te vas, no lo hagas de puntillas, en ese caso preferiría tirarte pedradas contra el cristal de tu ventana, así que si te vas, avisa para que al menos pueda bajarte una nube, o quizás una estrella, porque el día en que te vayas, ya no tendrán razón para alumbrar el cielo. Y ahora, por favor, abrázame y no me digas nada o dímelo todo con una mirada, pero abrázame.

El chico le mira confundido, pero después sonríe, y la estrecha entre sus brazos, le gustaría decir tantas cosas tales como que no pensaba irse pero justo en ese instante el sol parece alumbrar con más fuerza, él no dice nada, observa a esa chica y luego calla.

sábado, 7 de enero de 2012

Mi historia entre tus dedos...



Nota: Sí,he vuelto,como el turrón por Navidad xDD.
No,no es que me haya olvidado de vosotros,es más,os he tenido en muchos momentos tanto buenos como díficiles,sobre todo en los últimos meses,pero Bachillerato es duro y apenas me da mucho tiempo a escribir,además me han operado de apéndicitis,así que ahora que estoy convaleciente todavía y que tengo un ratito para mí libre pues os pongo este texto que escribí la otra noche,¿tendrá algo que ver que mi inspiración haya vuelto?Lo dejo caer ^^.Espero que os guste y feliz año a todos :)

No hace falta que me digáis eso de que perdeís la cabeza por eso de sus caderas...Ya sé de sobra que tiene esa sonrisa y esas maneras,y todo el remolino en cada paso de gesto que da.Pero,además le he visto serio,ser él mismo y en serio que eso no se puede escribir en un poema.Por eso,eso de que me cuentas de que mírale como parece tener la situación controlada a cada momento y cómo sin ni siquiera preguntar parece conocerte mejor que nadie y qué facil parece a veces enamorarse.

Todo eso de que él puede llegar a ser ese único y extraño motivo por el que levantarse,el único por el que tomas aire y sigues adelante cuando tus propias fuerzas se desvanecen...
Todo eso de que los besos de ciertas bocas saben mejor,es un cuento que me sé desde el día que me dio dos besos y me dijo su nombre.
No sabes lo que es caer desde un precipicio y que él aparezca de golpe y de frente para decirte: "Venga, sigue adelante,eres fuerte,no debes tener miedo,estoy aquí contigo".

No sabes lo que es ir caminando y que él se retuerza y bostece,te vea,luego te abrace y luego no sepas cómo deshacerte de todo el mundo.Así que supondrás que yo soy la primera que entiende,el que pierdas la cabeza por sus piernas y el sentido por sus palabras.
Que las suspicacias,los disimulos, y aquellas bromas que sólo nosotros dos entendemos,son algo con lo que ya cuento.

Quiero decir, que a mí de versos no me tienes que decir nada,que hace tiempo que escribo los míos.Que yo también le veo.Que cuando él cruza debajo del cielo,sólo el tonto mira el cielo.Que sé como agacha la cabeza,levanta la mirada y se toca la oreja derecha.Que conozco su voz en formato susurro,en formato enfadado,en formato preocupado y en formato secreto.Que me sé de memoria el tacto de sus manos y el sitio donde le tienes que llevar para conseguir que se ría, y me sé lo de sus ojos, y el estado de su ánimo según su sonrisa,que yo también he pensado en cómo camina.
Que yo también he memorizado su número de teléfono,el número de escalones que separa mi piso del suyo, y el número de veces que pronuncia mi nombre.

Que no sólo conozco lo que le ronda la cabeza a cada instante,también conozco su última pesadilla y también las mil anteriores,y yo si sé que cada que le abrazo,tengo más deudas con su espalda de las que nadie tendrá jamás con la luna (y mira que hay tontos enamorados en este mundo).

Que sé la cara que pone cuando se deja ser completamente él,rendido a ese milagro que supone que exista.Que le he visto emocionarse como un niño ante los logros que iba consiguiendo,que le he visto luchar por aquello que creía justo, formando un charco de arena,rompiendo todos los relojes que le puso el camino.Que le he visto dormirse,agotado y hacerle competencia a cualquier amanecer por la ventana: no me habléís de paisajes, si no habeís visto su cuerpo.

Que le he dado millones de besos y he cerrado los ojos con cada uno de ellos, y me arrepiento a diario de no darle varios más.Ahora sé que sólo los sueños pueden posarse sobre las cinco letras de su nombre. Que te entiendo.Que yo escribo sobre lo mismo,sobre él.Que razones tenemos todos,pero yo muchas más que vosotros.

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Reescrito el 06/01/ 2012